Supongo que es con lo que todos los blogueros buscando su nutrición empezamos. Posiblemente no, no lo sé realmente. Pero entre lo que son peras o manzanas, aquí les va una pequeña introducción.
Me autodiagnostiqué la enfermedad celiaca en abril, después de casi 4 meses de lidiar con síntomas inexplicables (¿Por qué me aventuré a autodiagnosticarme? Mmm... esa es otra historia) y desde entonces he intentado seguir la dieta sin gluten lo mejor que he podido. Me he topado con muchos problemas, especialmente el etiquetado deficiente de productos aparentemente inofensivos, la falta de información (mía y de otras personas), la escasez de productos para celiacos (¡por favor! una celiaca en Monterrey... más aún, ¡en Apodaca!) y la falta de efectividad de una simple dieta sin gluten. En un principio todo marchó sobre ruedas... con solamente eliminar el gluten de mi dieta, comencé a sentir cambios. Cambios impresionantes, a decir verdad. Mi humor mejoró, disminuyó mi piel geográfica, se me dejaron de secar los lentes de contacto, se me dejó de caer el cabello, adiós dolor al comer, adiós gases y dolor en las manos y articulaciones, me pude concentrar por primera vez en mucho tiempo... No está de más decir que estaba feliz. Qué digo feliz, ¡estaba extática!
Sin embargo, por razones que desconocía, poco a poco volví a tener los mismos síntomas. Eso me hundió en una depresión muy fuerte. Pensé incluso en volver a comer gluten, puesto que la dieta sin gluten no estaba funcionando. Lo había intentado todo: dieta, ejercicio, pensamientos dirigidos, homeopatía, enemas, terapia con ventosas e incluso acupuntura. Y nada parecía funcionar. Yo seguía empeorando. Pero, por azares del destino, un muy querido amigo mío, me comentó acerca del poder del cuerpo de sanarse a sí mismo. Él tiene sus propias pruebas, en las cuales creo, pero no creo conveniente ventilar por aquí (primero le voy a preguntar). Y como buena escéptica que me consideraba, al principio me "entró por una y me salió por la otra". Mas su comentario había tocado una fibra sensible. Por lo que decidí buscar información al respecto.
Y con el tiempo, y la información que he recabado, he llegado a la conclusión de que el principal poder curativo, está en nosotros mismos. En nuestas acciones, nuestros hábitos: lo que hagamos y dejemos de hacer con nuestro cuerpo. Esas acciones van desde cosas muy pequeñas como asolearse un rato en el día, hasta cambios que a algunos les pueden parecer enormes, como dejar de comer pan, refresco y pasteles.
Pero son cambios que están en nuestras manos realizar. Por nuestra salud. Es tiempo de que dejemos de confiarle esa salud a terceros. Ningún doctor está tu piel, ningún doctor, por más empático que sea, por más genuinamente interesado que esté en ayudarte, ningún doctor va a saber qué es lo que estás sintiendo.
Así que no la pienses más.
HAZ ALGO POR TU CUERPO.
Pero son cambios que están en nuestras manos realizar. Por nuestra salud. Es tiempo de que dejemos de confiarle esa salud a terceros. Ningún doctor está tu piel, ningún doctor, por más empático que sea, por más genuinamente interesado que esté en ayudarte, ningún doctor va a saber qué es lo que estás sintiendo.
Así que no la pienses más.
HAZ ALGO POR TU CUERPO.
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