jueves, 7 de noviembre de 2013

Acerca de hábitos, dietas, trampas y recaídas.

Hace poco, alguien muy importante para mí me dijo que lo que le molestaba de mí, es que fuera pregonando por la vida que mi salud era mejor que la de los demás, que mis hábitos eran impecables y que las demás personas, pobres seres sin voluntad, eran unos tontos por no querer llevar a cabo la dieta que yo proponía.

La verdad me sorprendió mucho que me dijeran eso, porque no hay nada más alejado de la realidad. Al menos no desde lo que yo creo y como veo mi situación (desde primera fila).

Mi salud no es mejor que las de las demás personas. De hecho, es justamente lo contrario. Mi cuerpo es frágil, es extremadamente sensible y tengo que cuidarlo mucho. Mi salud se quebranta con la menor indisciplina que tenga... incluso con eventos que salen de mi voluntad y control, como olores que me enferman o sustancias químicas que me afectan.
Todavía es tiempo de que, de cuando en cuando, me ataca el dolor en huesos y articulaciones, de tal manera que no puedo quedarme en cuclillas más de cierto tiempo, sin sentir dolor. En esos momentos también se me quiebran las uñas, se me cae excesivamente el cabello y me deslumbran las luces de noche. Y esos momentos se presentan incluso cuando me cuido sin fallar, sin "hacer trampa". Cuando fallo, las consecuencias son aún peores. Una de las peores de todas, es sentir que mi cerebro no trabaja correctamente. Y otra también malísima, es la idea, casi seguridad, de que es muy probable que sea infértil.
Si no me cuido, me dan dolores de cabeza incapacitantes y estoy tan tiesa que batallo para moverme. Me dan náuseas a cada rato y no retengo la comida. Pierdo el equilibrio con mayor facilidad que otras veces, y mi capacidad para hablar y para razonar también es peor.

Me cuido la mayor parte del tiempo, pero soy terca y soy muy auto-complaciente. Soy una hedonista sin remedio y me encanta "premiarme" con dulces  (que yo misma hago) y con comida rica (como chicharrones de puerco). No siempre puedo seguir estrictamente mi dieta autoimpuesta (el protocolo autoinmune de la dieta paleolítica). Las consecuencias de tal conducta, es que los efectos de la comida se van acumulando y no me doy cuenta hasta que un día ya no me puedo levantar en la mañana o no puedo mover los dedos. O cuando me caigo sin razón en el baño, o cuando empiezo a tartamudear y a tirar la mayoría de las cosas que agarro. Ahí es cuando pongo un alto y vuelvo a mis buenos hábitos. A comer solamente alimentos densos en nutrientes, a no comer de más, a asolearme y a no desvelarme.

Así que cuando doy sugerencias o consejos, no los estoy dando desde arriba, viendo todo como alguien que ya superó sus problemas. No. Se los digo desde abajo o como un igual, como alguien que ha encontrado que esos consejos que pregono son los únicos que me han mantenido con una calidad de vida aceptable. Lamentablemente, mis problemas de salud siguen, y seguirán por mucho tiempo, pero veo que cada vez son menos. Tengo la esperanza de que algún día se eliminen por completo. Y si se los digo, no es porque piense que mi forma de comer es la única posible y la mejor de todas, cada quien tiene necesidades diferentes... pero realmente creo que son sugerencias que le pueden cambiar la vida a más de uno. Vaya que han cambiado la mía.

Hoy me siento un ser humano. Incluso dentro de mis recaídas. (Hoy precisamente tuve una muy fuerte, que no sé cuánto tiempo tardaré en superar). Aún con todo y los retrocesos, mi vida es mucho más completa. Mi mente está más tranquila. Mi cuerpo es más ágil, más fuerte, con más energía y menos dolor. Estoy incluso mejor que cuando tenía 14 años.

Por eso recomiendo esos hábitos  (y le pongo infierno a mi familia de vez en cuando). Es tu oportunidad de oro para que cambies tu vida. Sólo puedo ofrecer mi testimonio y no sé si vaya a ser suficiente, pero al menos espero sembrar la semilla de la duda.

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